Gracias, Señor, por el vasto potencial de mi vida. Gracias por querer que viva una vida altamente fructífera, una vida de propósitos que marquen la diferencia en el mundo. Ayúdame a evitar todos los obstáculos y a alcanzar mi potencial. Que pueda rendir una cosecha de treinta, sesenta o incluso cien veces lo que he sembrado en mi vida.
Otros, como la semilla sembrada en buena tierra, oyen la palabra, la aceptan y producen una cosecha: unos treinta, otros sesenta y otros cien veces lo que se sembró.
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