Personalmente, creo que como humanos, somos inherentemente imperfectos y, inevitablemente, fallaremos en ciertas áreas, pero esta imperfección no define mi salvación espiritual. Como alguien que ha aceptado la salvación, me esfuerzo por rendirme completamente a la voluntad de Dios, sin embargo, lucho por integrar la totalidad del evangelio en mi vida diaria, en lugar de simplemente predicar aspectos selectos a los demás. ¿Cómo puedo encarnar auténticamente todo el evangelio, evitando la tendencia de predicar solo una parte de él?
Por lo tanto, les ruego, hermanos y hermanas, que, en vista de la misericordia de Dios, ofrezcan sus cuerpos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios; este es su verdadero y propio culto. No se conformen al patrón de este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente. Entonces podrán comprobar y aprobar cuál es la voluntad de Dios: su buena, agradable y perfecta voluntad.
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