Mi mejor amiga y yo hemos sido cercanas por más de 15 años, desde que éramos niñas. Me crié en un hogar cristiano, pero no practicaba activamente mi fe, mientras que ella se crió en un hogar ateo sin antecedentes religiosos. A lo largo de mis altibajos en mi camino cristiano, hemos evitado en su mayoría discutir sobre religión para mantener las cosas cómodas entre nosotras.

Sin embargo, en los últimos dos años, he profundizado mucho en mi fe y he sentido un fuerte deseo de hablar sobre ello con ella. He sido reacia, temiendo que pueda interrumpir la conexión que siempre hemos compartido. También tengo una hija, y en mis conversaciones con mi amiga, puedo sentir cuánto necesita la presencia de Dios en su vida y cómo sus luchas podrían ser aliviadas por Él.

He compartido mis experiencias como una nueva y devota seguidora de Cristo, y ella ha escuchado. Hemos tenido algunas conversaciones sobre mi camino, y he hecho lo mejor para responder a sus preguntas. Sin embargo, últimamente parece tener cada vez más preguntas, y he estado orando por orientación. Siento que Dios me dice que ahora es el momento de testificarle y ayudarla a encontrar el camino correcto.

Justo hoy, me mostró lo que le compró a mi hija para Navidad: una hermosa Biblia con páginas para colorear. Ella está viajando desde otro estado para visitarnos, y mientras hablaba sobre lo hermosa que era la Biblia y lo emocionada que estaba de dársela a mi hija, sentí una abrumadora sensación de que esta es mi oportunidad. Ahora es el momento de testificarle e introducirla a Jesús.

Estoy pidiendo oraciones para que encuentre las palabras correctas para hablarle a su corazón y, lo más importante, que Dios mismo la alcance, tocando y moviendo su corazón de una manera que solo Él puede. Rezo para ser un instrumento para Él, para hacer lo que sea necesario para traerlo a su vida, y que ella llegue a conocerlo y amarlo. Espero que podamos continuar nuestra hermosa amistad de una manera piadosa y edificante. Gracias por sus oraciones.