Oh Santísima e Inmaculada Virgen María,
En este bendito martes, vengo ante ti con un corazón lleno de amor, confianza y humildad. Tú, que eres la dulce Madre de Dios y nuestra Reina celestial, conoces las cargas que llevamos, las esperanzas que albergamos y las oraciones que susurramos en silencio.
Madre de Misericordia, intercede por mí hoy. Guía mis pensamientos, purifica mis intenciones y fortalece mi fe. Cuando me sienta débil, préstame tu fuerza. Cuando me sienta perdido, guíame con tu luz. Que tu inmaculado corazón sea mi refugio y tus amorosos brazos mi abrigo.
Santa María, en este día, te ofrezco:
Mis alegrías y mis sufrimientos
Mi trabajo y mi descanso
Mis esperanzas y mis miedos
Envuélvelos en tu gracia y preséntalos a tu Hijo, Jesús. Enséñame, querida Madre, a decir "sí" a Dios como lo hiciste en la Anunciación, con confianza, valentía y amor.
Ayúdame a vivir en paz y humildad, a servir a los demás con amabilidad y a amar con un corazón como el tuyo. Quédate conmigo durante este día, cuida de mis seres queridos y protégenos de todo mal.
Amén.
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo;
Bendita tú eres entre todas las mujeres,
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros, pecadores,
Ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
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