¡Buenos días a todos! Los desiertos de la vida son nuestras mayores pruebas. Donde los miedos, las dudas, las inseguridades y, especialmente, nuestra fe son puestas a prueba todo el tiempo. Donde el Señor Jesús fue tentado por su mayor enemigo en el hambre y la sed, en el nombre de su Padre Soberano. Aun así, no se dejó llevar por palabras de malicia y engaño porque su lealtad y verdad hacia Él eran mucho más firmes y seguras que las arenas que los vientos de ese desierto llevaban. Así que, hermanos míos, nada que pueda parecer insuperable a sus ojos en cualquier momento del viaje de su vida debería pasar. Recuerden que el camino puede ser tortuoso, a veces cruel, pero al final de este arduo y doloroso viaje, Él los salvará porque siempre creyeron en él. AMÉN
Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi mano derecha justa.
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